Santo Domingo. La tragedia ocurrida en la discoteca Jet Set, en Santo Domingo , no solo dejó una profunda herida en el corazón del país, con al menos 225 muertos y 189 personas rescatadas con vida, sino que también evidenció una de las peores gestiones de comunicación de crisis en la historia reciente de la República Dominicana.
Según publicó el periódico Hoy, el merenguero Rubby Pérez fue encontrado con vida entre los escombros del establecimiento, donde amenizaba la noche cuando el techo colapsó durante la madrugada del martes. La información fue confirmada inicialmente por el productor artístico Evelio Herrera a través de su cuenta de Instagram, lo que reflejó el vacío informativo oficial y obligó a la ciudadanía a buscar respuestas en redes sociales y rumores. Posteriormente, otro medio confirmó el fallecimiento del artista, aumentando aún más la confusión y el desconcierto.
En un contexto tan doloroso, la sociedad esperaba una comunicación institucional oportuna, clara, empática y unificada. No solo se necesitaba informar con precisión lo ocurrido, sino también ofrecer consuelo, orientación y respeto a los familiares de las víctimas. Lo que se vivió fue un completo desorden: mensajes contradictorios en momentos tan importante , ausencia de vocerías confiables y declaraciones oficiales que generaron más dudas que esperanza
La falta de coordinación entre las informaciones dada por los medios y el COE reflejó una alarmante improvisación, como si no existiera protocolo alguno para este tipo de emergencias. Este caso debe quedar como ejemplo de lo que no debe hacerse ante una crisis, especialmente cuando están en juego vidas humanas, la credibilidad institucional y la estabilidad emocional de toda una nación.
Peor aún fue ver cómo algunas personas han intentaron escudarse en la Ley 147-02 sobre Gestión de Riesgos y Desastres, como si dicha norma justificara la falta de transparencia y el caos informativo. Nada más lejos de la verdad. Esta ley está diseñada para establecer lineamientos precisos en prevención, mitigación, preparación, respuesta y rehabilitación ante emergencias, y en ningún momento ampara la desorganización ni la ausencia de responsabilidad comunicacional.
Usar este marco legal como excusa solo demuestra un preocupante desconocimiento de su contenido y del espíritu con el que fue concebida: proteger a la ciudadanía mediante acciones coordinadas, eficientes y, sobre todo, humanas.
La gestión de una crisis no es solo una cuestión de logística o cifras sobre cuántos muertos o sobrevivientes hay. Es, ante todo, una prueba de sensibilidad, respeto y profesionalismo. Y en el caso Jet Set, tristemente, se falló en todos los sentidos.
Francisca María Jiménez
Licenciada en Comunicación Social - Periodismo
Estudiante de término, Maestría en Comunicación Estratégica y Relaciones Públicas
Voluntaria de la Cruz Roja Dominicana, Herrera
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